Santiago, como otras ciudades de América del Sur y del mundo en general, está dejando vacío su centro histórico. Las grandes corporaciones lo están abandonando, las zonas periféricas agrupadas por comunas se están transformando en ghettos urbanos, autosuficientes (...) Sin embargo, el centro de Santiago aún mantiene su transversalidad: social, cultural, arquitectónica, etc, los recoge a todos: los gerentes pasean y caminan raudos al lado de pobres, cesantes, y lisiados; es el mundo real.
La obra propuesta es un canto a la transversalidad: la manifiesta, la articula, la señala. El artefacto arquitectónico conmemora la fusión y da cuenta de ella, el "ante” es el acto urbano que se quiere conmemorar: unos ante otros, todos por igual.
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