
Por lo que no justifico la aplicación literal del mercado en hechos escenciales, que afectan de manera inesperada el futuro mediato. Los arquitectos tenemos un rol no asumido a la altura de las circunstancias, en la determinación de la causa-efecto que la economía de mercado nos impone.
Hemos abandonado el protagonismo escencial, los problemas de la pobreza, la violencia, la marginación, la ghetización de la ciudad en barrios segregados. Y esto, es producto de no tener en cuenta los otros valores que el mercado no reconoce en su transacción y donde los arquitectos no hemos hecho nada efectivo.
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