Se habla de tener una experiencia, el espacio como una experiencia. Yo lo identifico como una manera de quedar ante el espacio, ante el edificio. El ante es lo sublime en la arquitectura, y lo que la transforma en un arte mayor; es la coincidencia entre el hombre y la obra, el instante en que ella en su totalidad se manifiesta. La experiencia en tanto la entiendo como aquello que forma parte nuestra, lo que hace al hombre madurar, reconocer, recapacitar, perdonar. Acaso sea la forma como Dios nos da la sabiduría: el que no hace suya la experiencia no avanza.
El hombre y el edificio “obra” quedan igualados en un tiempo, en un TEMPUS; la obra aparece y se hace reconocer ante el que la ve: es ese único y solo instante en que las formas quedan en soledad, es la forma.
Ver otra mirada: VALLE DE LOS TEMPLOS DE AGRIGENTO
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